MADERO UN TRAIDOR NO UN APOSTOL DE LA DEMOCRACIA
¿LUCHA ARMADA
POR EL PODER O REVOLUCIÓN SOCIÁL LA REVOLUCION MEXICANA?
Por: Polibio de Arcadia
En el
principio fue la Revolución y esta se hizo verbo y encarno en las
instituciones, es decir, en un Estado fuertemente centralizado que logro
hegemonizar la vida política suscitando el consenso de las mayorías y
recurriendo a la fuerza cuando esto no sucedía.
Carlos Martínez Assad
INTRODUCCIÓN
Con el
surgimiento del Estado-nación, surgió a la par la identidad nacional, como
forma de legitimación de este (García Castro, 1993) sentando las bases de una
nueva realidad social, por ello, como el Estado es el producto de la actividad
humana, pues en su esencia se compone de un conjunto de relaciones con los
hombres, donde nos preguntamos ¿Por qué debe de existir el Estado? ¿Por qué
debe existir el Estado con su poder coactivo? ¿Por qué debe el individuo
someter su voluntad a la de otro? ¿Por qué y en qué medida debe el hombre
sacrificarse a la comunidad, perdiendo su identidad personal?
Si
contestamos estas preguntas, habremos encontrado la razón de ser del Estado-nación
y de la identidad nacional: como instrumento ideológico y de su interrelación
social: el apoyo de su existencia, como apunta Walzer, llamar Estado-nación:
…no
significa que tengan una población que sea homogénea desde el punto de vista
nacional (o étnico o religioso). La homogeneidad es poco común, por no decir
inexistente en el mundo de hoy. Al hablar de Estados-nación, queremos decir que
un único grupo dominante es el que organiza la vida común, de una forma que refleja
su historia y su cultura propias, y el que, si las cosas van como se pretende,
hace avanzar la historia y mantiene la cultura. (2003:88).
En el
caso de México, desde que se logró lo
que se ha llamado proceso de independencia de España y aunque no surgió un Estado-nación
como tal sino hasta los primeros años post revolucionarios (Meyer, 1977) se intentó
sin éxito ese proceso identitario nacional sobre las cenizas del Imperio Azteca
y de los otros señoríos que existían con su identidad propia en lo que se llamó
Nueva España.
Donde
podríamos decir en un sentido muy general que la identidad nacional podría ser
definida como: el sentimiento de pertenencia de un individuo con una nación,
donde una elite minoritaria se encargó de sentar las bases (por decreto dicen
algunos autores) para que ese individuo se sintiera parte.
Los
primeros elementos de los mitos nacionales para justificar la creación de México
y de la identidad nacional, han sido: la exaltación de la virgen de Guadalupe
al haber Hidalgo usado su imagen como estandarte, de Moctezuma y Cuauhtémoc
como héroes, al lado de Hidalgo y Morelos.
Después
de la Intervención francesa, como una forma de ensalzar el patriotismo se hace
una férrea mención a los símbolos patrios, la bandera, el escudo nacional, el
himno, las celebraciones cívicas y las fiestas oficiales. El régimen
porfiriano, también se ocupó de extender los símbolos nacionales a través del
sistema educativo. Al mismo tiempo, se esforzó por ser cosmopolita, mientras la
diversidad étnica existente en el país fue excluida, objeto de duros sistemas
de trabajo, esclavización indirecta con las tiendas de raya, deportaciones y persecuciones.
En
este escenario, Andrés Molina Enríquez (Basave, 2002:70):
Clarifica
la idea de mestizaje como base de la identidad nacional, arquetipo del
mexicano, consideraba que la nacionalidad podría unir a los mexicanos, la cual
sólo se lograría mediante el mestizaje de la población, que eliminaría las
diferencias. Esta unidad y por ende lo mexicano, devendría de la homogenización
mestiza, esta resolvería las diferencias que ocasionaban los problemas sociales
del país. La unidad de origen disolvería a los criollos que se consideraban
superiores por su origen europeo, paralelamente la unidad de tipo (físico) se
lograría por la fusión de criollos e indios en el tipo mestizo, la unidad
religiosa se lograría con la aceptación (por parte de algunos mestizos) del
catolicismo practicado por la gran mayoría de la población, la unidad del
lenguaje con la enseñanza del español a todos los mexicanos y finalmente la
unidad el estado evolutivo al adelantar a los indígenas y mestizos y el
retrasar a los criollos.
La Revolución
Mexicana fue campo fértil para la continuación de la idea del mestizaje como
fundamento de la identidad nacional, al mismo tiempo que el Estado nacionalista
se consolidaba como su resultante.
El
Estado surgido de la Revolución fue el encargado de reinventar una identidad
nacional y sobre todo de difundirla por todo el país, con nuevos personajes en
el santoral nacional para justificarse: Zapata, Villa, Carranza, Madero, y con
dos nuevos elementos ideológicos que querían resumir el objetivo de lo que
supuestamente fue la Revolución: Sufragio Efectivo. No reelección y Democracia
y Justicia Social, que se los apropio un Partido político: PNR, PRM y después
PRI.
Surgió
así el nacionalismo mexicano, simbólico, cargado de imágenes difundidas desde
las instituciones primarias, para dotar de sentido a la sociedad. El
nacionalismo revolucionario se caracteriza por su antiimperialismo, la
afirmación de las nacionalizaciones, un fuerte Estado interventor apoyado en
una amplia base de masas y por la supervaloración de la identidad mexicana como
fuente de energía política. (Bartra, 1989:199).
Sin
embargo, independientemente del éxito que pudo haber tenido esta producción de
sentido desde el Estado, los cambios experimentados a nivel mundial en el
último tercio del siglo XX, con la caída del Muro de Berlín, el derrumbe de la Unión
Soviética, la fragmentación de Yugoslavia y Checoslovaquia, que dio origen a
otros Estados-nación, más aun hoy, con los procesos de independencia de los
catalanes y kurdos frenados con violencia por parte de España e Irak; han puesto en duda la existencia de la
identidad nacional homogénea creando una crisis de sentido, en México con el
surgimiento del EZLN en 1994 es el corolario de esa crisis, máxime que:
…la construcción de la identidad nacional ha
formado parte de un largo proceso en muchos casos impositivo y autoritario, a
cargo de diversas instituciones nacionales que han sido las responsables de
construir ese imaginario de
identificación y pertenencia para todos los habitantes del territorio considerado nacional. (Pere
Ruiz, 2005: 112)
Partiendo
de estas premisas es que al hablar de la identidad nacional y la Revolución
Mexicana quiero hacer algo más: y es argumentar en base a lo investigado y a mi
propia reflexión de que la identidad nacional no solo en México sino a nivel
mundial no existe dada la heterogeneidad de pensamientos, podríamos hablar, si,
de un carácter nacional el cual se entiende como:
…la constitución de los rasgos de carácter, por
las disposiciones relativamente constantes para actuar de un modo determinado y
reconocible en diversas circunstancias, que la mayoría de los miembros adultos de una colectividad nacional, no
necesariamente coincidente con una sociedad o con un estado, pero participes de
una misma cultura. (Gallino, 2005:107-108).
Para
ello primeramente responder la pregunta ¿lucha armada por el poder o revolución
social? analizando coyunturalmente los antecedentes previos al proceso de lo
que se ha llamado como Revolución Mexicana, que fue más una forma de
institucionalizar la lucha por el poder que un verdadero cambio de régimen,
siendo que se construyó sobre los escombros del régimen porfirista, con
instituciones y clase política de dicho régimen. Por ello parto de la premisa
de que lo que ocurrió fue una lucha armada por el poder y no una Revolución social
que iba a cambiar el orden establecido en lo económico más allá de lo político.
Para
ello en primer término reseñare y analizare el libro “La sucesión presidencial
de 1910”, de Francisco I. Madero que es el preámbulo de esa lucha por el poder,
donde se menciona la problemática de la época, pero que no propone nada
concreto para solucionarlo.
En segundo
término, analizar la elección presidencial de 1910 que fue el inicio de la
lucha por el poder, donde mencionare la atipicidad de dicho movimiento, al
terminar en menos de un año, pero que se alargó por casi 10 años por dejar
intacto al antiguo régimen.
En tercer
lugar, analizar los resultados de esa lucha armada por el poder, que tiene
mucho que ver con el proceso de la identidad nacional, que sirvió más para
legitimar al régimen, al apropiarse de las banderas que Zapata y Villa
pregonaron como la justicia social.
¿LUCHA ARMADA POR EL PODER O REVOLUCIÓN
SOCIAL?
Lo
que distingue a la Revolución Mexicana es la carencia de un sistema ideológico
previo y el hambre de tierras. Los campesinos mexicanos hacen la revolución no
solamente para obtener mejores condiciones de vida, sino para recuperar las
tierras que en el transcurso de la Colonia y del Siglo XIX les habían
arrebatado encomenderos y latifundistas. (Paz, 2002:153-154).
Este es el escenario después de 30 años de
dictadura porfiriana, donde las masas que lo único que tenían era su fuerza de
trabajo difícilmente podrían sentir una identidad nacional como mexicanos,
cuando eran tratados como si vivieran a un en la Colonia como esclavos, (donde
las tiendas de raya eran el símbolo de ello), siendo que habían pasado algo más
de cien años de la Independencia, sin embargo como dice Paz “…dada la ausencia
de precursores ideológicos y la escasez de vínculos con una ideología universal
constituyen rasgos característicos de la Revolución y la raíz de muchos
conflictos y confusiones posteriores” (2002:
149); lo que llevo a una lucha armada por el poder y no una revolución social.
Esa
atipicidad de este hecho histórico es de suma importancia en vista de fue
encabezado por alguien que no conocía de la situación económica y social
imperante, me refiero a Francisco I Madero, el cual con su libro “La Sucesión Presidencial
de 1910” entro al escenario para encabezar este movimiento; el cual al derrocar
a Porfirio Díaz en un corto tiempo, no solo no lo juzgo, sino que amnistió a
todos los que cometieron crímenes contra la población e inicio un gobierno con
las estructuras políticas intactas, lo que detono en su asesinato y dio pie a
una dictadura en la figura de Victoriano Huerta que el mismo encumbro, para
pasar de nuevo a la lucha por el poder, dejando de lado la lucha social, hasta
llegar a Carranza quien se autonombro el Jefe de la Revolución, detonando en su
asesinato y en el inicio de la institucionalización de la Revolución en un
Partido político, enterrando las reivindicaciones sociales que hicieron los
hermanos Flores Magón, Zapata y Villa.
2.-1 LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL EN 1910 DE
MADERO
Después
de las huelgas de Cananea y Rio Blanco; las de las fábricas de hilados de Querétaro,
Monterrey y San Luis Potosí; las de los trabajadores ferrocarrileros y los textileros de Puebla, Veracruz, Tlaxcala y
el Distrito Federal, durante 1906.
Así
como la famosa entrevista de James Creelman a Porfirio Díaz, en febrero de 1908
donde desliza la idea de que para 1910 dejaría el poder al no presentarse a una
reelección más; lo que generó una efervescencia política surgió un personaje
que no había tenido ninguna experiencia política y menos el acercamiento con
los problemas de la población: Francisco I Madero con su libro “La Sucesión Presidencial
de 1910”, el cual reseña el estado de cosas imperante en el régimen de Díaz,
pero no propuso nada concreto al centrarse en lo político y no en la realidad
social que desconocía, creyendo que con un cambio de régimen por antonomasia
todo cambiaria.
Haciendo
un análisis de este libro, pondré de manifiesto lo que he venido señalando que
lo que ocurrió en el País, no fue una Revolución social sino una lucha por el
poder.
2.-1A CAPÍTULO I “EL MILITARISMO EN
MÉXICO”
Hace
un recorrido desde la dominación española en lo que sería México, la dictadura
de Santa Anna, la Presidencia de Comonfort, hasta culminar con la Revolución, de Tuxtepec que dio origen a la dictadura de
Porfirio Díaz y define el termino de militarismo “…nos referimos exclusivamente a los militares insubordinados,
sin conciencia, que han abrazado la noble carrera de las armas, no con el fin
levantado de defender a su patria, sino con el de llegar a dominarla para
satisfacer pasiones ruines y su insaciable ambición”. (Madero, 2012: 78).
2.-1B CAPÍTULO II “EL GENERAL DÍAZ, SUS
AMBICIONES, SU POLÍTICA Y MEDIOS DE QUE SE HA VALIDO PARA PERMANECER EN EL
PODER”
En
este capítulo llama la atención las contradicciones, primero la deferencia que
le tiene Madero al dictador y llamarlo estadista, lo cual se repite en los
demás capítulos, donde expone si, su permanencia en el poder, las formas de que
se ha valido para seguir en la Presidencia, pero pone en duda que se haya
enriquecido como señala la oposición al decir que:
…no
damos crédito a tales rumores, fundándonos en sus costumbres tan sencillas, en
la educación que ha dado a su hijo, haciéndolo trabajar para que labrase de un
modo lícito su fortuna; en que su administración, se ha distinguido por el
orden en el manejo de los caudales de la nación, sin el cual hubiera sido
imposible nivelar los presupuestos y presentar sobrantes en la tesorería.
Además, un hombre que tuviera tal sed de dinero, sería un ente vil,
completamente despreciable, y nunca hubiera poseído ni la energía ni el
prestigio suficientes para dominar por más de treinta años a la república, ya
que felizmente no está a tal punto pérdida la dignidad nacional. (2012: 127).
Segunda
contradicción, después de ensalzarlo, manifiesta lo que ha sido para el País,
tantos años de dictadura con la perdida de libertades, haciendo un paralelismo
con el Emperador Romano Augusto, que acabó con las libertades romanas a la vez
que con las causas de su grandeza, y dio principio con su despotismo a la era
de la decadencia de aquel gran imperio. (2012: 133).
Señala
una cita del historiador Tácito en relación a Augusto para manifestar lo que
fue Roma bajo su mando:
Desde
que sedujo al soldado con dádivas; al pueblo con distribuciones de trigo; a
todos por el encanto del reposo, principió a elevarse poco a poco y atrajo
hacia a él todo el poder del Senado, de los magistrados, de las leyes. Nadie se
oponía: los republicanos más dignos habían sucumbido en las batallas y en las
proscripciones, los nobles que subsistían se elevaban en riquezas y en honores
a medida que aumentaba su servilismo; aquellos que habían sido elevados por los
nuevos acontecimientos, amaban más el presente y su seguridad que el pasado y
sus peligros. (2012: 133).
Estas
ambigüedades tendrán sus consecuencias al momento de llamar a la Revolución,
que como se sabe le propuso al dictador ser el Presidente y Madero el
Vicepresidente para según el al no tener mucho tiempo de vida, el poder por
inercia pasaría a Madero, lo cual no fue así.
Más
adelante en este capítulo reseña las formas de la permanencia en el poder de Díaz,
al aplicar su política centralizadora y de hacer a un lado a sus enemigos de
diversas maneras:
…intentando seducirlas, ofreciéndoles puestos
públicos de importancia, o proporcionándoles el modo de enriquecerse
fácilmente; solo con los irreductibles, con los que no han querido doblegarse y
han rechazado toda capitulación, ha empleado el rigor: a unos los hizo
abandonar el suelo patrio; otros lo abandonaron por sí solos; algunos fueron
nulificados, valiéndose para ello de una paciencia, de un arte en el que nadie
le supera; por último, algunos, los menos por cierto, han desaparecido de la
escena política, por medio de procedimientos cuya legalidad es muy discutible. (2012:
137).
El
resto del capítulo habla de la forma de como Díaz le dio la vuelta a la Constitución
en lo relacionado con la no reelección al dejar en la Presidencia al general
Manuel González, alguien sin capacidad de gobierno.
Lo que
dio origen a un desastre en el País, abriendo la puerta para ser invitado de
nuevo Díaz a la Presidencia y por ende a la reelección indefinida al apoyarse
en los Gobernadores, generando disturbios donde gobernaba alguien a fin al general
González, para llamar a elecciones y con se pretexto e imponer a alguien a fin,
y los Diputados y Senadores para tal fin:
…con
tal política, logró que todos los miembros del Congreso y del Senado, así como
la mayoría de los gobernadores, fueran de sus incondicionales, y entonces
reformó de nuevo la constitución; pero a fin de no alarmar a la república ni a
muchos de sus amigos que también codiciaban la silla presidencial, se reformó en
el sentido de que solo una vez podía ser reelecto el presidente de la
república. A la vez quedaron facultados los gobernadores de los estados para
reformar las constituciones locales en el mismo sentido. El pacto estaba
celebrado. El general Díaz apoyaría a los gobernadores para que se reeligieran
indefinidamente, y estos lo sostendrían contra todo viento y marea en la silla
presidencial. (2012: 143)
Con
todo y que demuestra la ambición de poder del dictador, como he señalado, las
ambigüedades de Madero son la constante, en este punto igual señala que “…no es
fácil encontrar un militar que supere al general Díaz, pues su gran moderación
en el poder, es admirable y difícil de igualar”. (2012: 146).
¿Moderación
por el poder por 30 años? Y para seguir con esas contradicciones remata
diciendo que:
El
general Díaz ha prestado dos grandes
servicios a la patria: acabar con el militarismo que perdió ya su falso brillo
y su engañoso prestigio en treinta años de paz, y borrar los odios que dividían
a la gran familia mexicana, por medio de su hábil y patriótica política de
conciliación y aunque él se haya apoyado en esta política para conservar el
poder, no por eso pierde su mérito, sino al contrario da testimonio de él el
éxito obtenido. (2012: 146-147).
2.-1C CAPÍTULO III “EL PODER ABSOLUTO”
Donde
define que:
Por
consiguiente, las mejores pruebas de que un pueblo está gobernado por un poder
absoluto, son a saber: que no hay nunca oposición ostensible, que no existen
partidos políticos, que la prensa independiente apenas vive y es muy tímida, y
por último, la más concluyente de todas, es que los funcionarios públicos
resultan siempre electos por unanimidad de votos, y con la misma unanimidad las
cámaras aprueban los actos del gobierno. (2012: 159).
Hace
un recorrido por los diversos gobiernos absolutos, empezando por los
latinoamericanos, después por la antigüedad, Egipto, Asia, y el poder absoluto
y la democracia en la Europa antigua, hace una reflexión sobre las
consecuencias del poder absoluto que:
…han
sido sumir a los pueblos en la obscura
noche de la ignorancia y del fanatismo, haciéndoles perder la noción de su
dignidad y olvidar el amor patrio (…) ha sido la causa de todos los
males de la humanidad; que en los pueblos donde se ha arraigado más hondamente,
ha llegado a matar toda dignidad, todo patriotismo, y causado la ruina de los
más grandes imperios. (2012: 164 y167).
En
este capítulo no podía faltar la ambigüedad y la candidez de su pensamiento, en
vista de que si señala que todas las libertades son suprimidas, donde ha matado
la dignidad de los pueblos y que ha sido la ruina de grandes imperios, remata
contradiciéndose al mencionar que… “por más
actividad y buena intención de quien ejerce el poder absoluto, no puede saber
lo que pasa lejos de él, sino por el intermedio de sus mismos amigos, de los empleados
que él nombra, y que lo engañan sobre el verdadero estado de las cosas”. (2012.
178).
2.-1D CAPÍTULO IV “EL PODER ABSOLUTO EN
MÉXICO”
Entra
de lleno a lo que pasa en México, aunque de nuevo continua con ambigüedades e
intenta justificar a Porfirio Díaz, llamando faltas en lugar de violaciones a
la Constitución lo que deviene en delitos, señalando:
…resulta
que en la república se han cometido graves faltas, y aunque no lo han sido
directamente por el general Díaz y en muchos casos se han llevado a cabo contra
su voluntad, no por eso deja él de ser el verdadero responsable ante los ojos
de la nación y ante el severo juicio de la historia. (2012: 184).
Si Díaz
es tanto jefe de Estado, como jefe de gobierno, es responsable de todo lo que
sucedió en su gobierno, decir que fueron contra su voluntad, demuestra que
Madero no tenía idea de lo que es el Estado de Derecho, donde todo lo que
ocurre en un País, repercute jurídicamente en el titular del Jefe de Gobierno,
al en su nombre delegar en otros los asuntos públicos.
Más aun
con todo y treinta años de dictadura porfiriana lo llama patriota al señalar
que:
Ya
lo hemos dicho, el general Díaz desea hacer el mayor bien posible a su patria,
siempre que sea compatible con su permanencia indefinida en el poder, dando por
resultado que los esfuerzos portentosos del habilísimo hombre de Estado son paralizados
por la personalidad del general Díaz; sus nobles arranques de patriotismo moderados
por su egoísta ambición. (2012: 185).
Madero
no solo desconocía el Estado de Derecho, sino que tergiverso por
desconocimiento o mala fe acontecimientos históricos de la época, al hacer un
balance de la administración de Díaz, menciona diversos conflictos internos: la
guerra de Tomochic, la guerra del Yaqui, la guerra con los indios mayas, las
huelgas de Puebla y Orizaba.
Señala que en la guerra de Tomochic:
La
nación no supo nunca la verdadera causa de esa guerra; pero se dijo que fue
ocasionada porque los habitantes de aquel pueblo, que se encuentra en el
corazón de la Sierra Madre, no querían pagar las contribuciones, o algo tan
baladí e insignificante como eso…Hermanos matando a hermanos y la nación
gastando enormes sumas de dinero, por la ineptitud o falta de tacto de alguna
autoridad subalterna. (2012: 186).
Primero
no fue por algo tan baladí como no pagar impuestos como ignorantemente decía
Madero, la razón fue que los pobladores, mayormente mestizos, inconformes con
los abusos de los caciques locales y la pérdida de autonomía frente al proyecto
centralista del porfiriato, declararon su autonomía el 1 de diciembre de 1891,
lo que genero si, en la exterminación del pueblo y mientras para Madero lo que más
le preocupaba era el dinero gastado en esa guerra lejos de condenar la masacre
y responsabilizar a Díaz por ser el, el comandante supremo del ejército, le preocupa
más que las contribuciones origen de esa hecatombe no fueron pagadas. (2012: 187).
En el
segundo conflicto, la guerra del Yaqui, hace si una descripción las razones del
conflicto donde el porfiriano había desconocido la posesión comunal de los
pueblos indígenas como un primer paso hacia la colonización de amplios terrenos
que se consideraban “improductivos”. Dicha resistencia de los yaquis a la
colonización se remontaba a la época colonial, pero durante el gobierno de Díaz
fueron objeto de abierto etnocidio y de deportaciones a Yucatán, como una forma
de minar el ánimo guerrero de los Yaquis. (2012: 189-190).
Con
todo eso, Madero no hace una abierta condena a ese etnocidio y deportación, en
cambio señala que:
A
la nación le hubiera convenido más conservar esa colonia, que con su trabajo
fecundaba una fértil región de la república, y que, en caso de guerra
extranjera, hubiera prestado importantísimo contingente, pues los yaquis han
demostrado que si son excelentes labradores, también son incomparables
guerreros. (2012: 193).
Mas a
un demostrando su poco tacto y conocimiento y respeto de los pueblos
originarios donde les llama indios y no indígenas, así como incivilizados; sino que para evitar esa guerra y el gobierno
quedarse con sus tierras, habría que haber usado el modelo de reservaciones que
tanto daño le hicieron a los pueblos originarios de Estados Unidos, al señalar
que:
Para
seguir esta conducta, encontramos un antecedente en la observada por el gobierno
americano, que ha dedicado a los indios y les ha reconocido como propiedad para
que lo habiten, un vastísimo territorio. Nuestros vecinos del norte han
preferido civilizar aun a gran costo, a los indios, antes que exterminarlos, y
vamos que en aquel caso se trataba de indios bárbaros, indomables y de raza
distinta de los americanos del norte, mientras que aquí se trataba de indios
pacíficos, dedicados a la agricultura. El mismo gobierno mexicano ha seguido
ese saludable ejemplo, dedicando con buen éxito una fértil región en el estado
de Coahuila en un punto llamado Nacimiento, sobre las márgenes del río Sabinas,
para que lo habiten exclusivamente los indios lipanes y comanches, que eran el
terror de la comarca y ahora viven en paz, civilizándose lentamente. (2012:
194).
Y en
un acto que indigna donde de nuevo justifica a Díaz al señalar que:
Indudablemente
que el general Díaz, como hombre de Estado, como patriota, lamenta las
consecuencias de esa guerra; pero tales consecuencias son el fruto inevitable
de su política absolutista, indispensable para satisfacer su ambición personal.
Así siempre veremos las flaquezas del hombre entorpeciendo la acción del
estadista. (2012: 195).
En la
guerra con los indígenas mayas que no indios como el erróneamente dice, no tenía
ni idea de lo que estaba hablando, se demuestra su desconocimiento de los acontecimientos
sociales y demandas de los pueblos originarios, solo atina a decir que:
Hemos
sabido por algunos yucatecos, que los indios estaban en paz cuando fueron sorprendidos
por las fuerzas federales, y según parece, no estaba justificada esa guerra,
porque ya lo hemos dicho, la civilización no se lleva en la punta de las
bayonetas, sino en los libros de enseñanza; no es el militar quien ha de ser su
heraldo, sino el maestro de escuela. (2012: 196).
Lo que
ocurrió ahí fue una Guerra de Castas movimiento social que los nativos mayas
del sur y oriente de Yucatán iniciaron en 1847 contra la población de blancos
(criollos y mestizos), que se encontraba establecida en la porción occidental
de la península de Yucatán, La inconformidad del pueblo maya era patente desde
antes de la independencia de México, dadas las condiciones de vasallaje que las
que se encontraban, aun con su enorme superioridad numérica en la península de
Yucatán, lo que generaba en la región un
estado permanente de tensión social. Guerra que terminó oficialmente en 1901
con la ocupación de la capital maya de Chan Santa Cruz por parte de las tropas
del ejército federal mexicano.
Como
puede verse no fue un movimiento sin importancia y mucho menos había paz como
el irresponsablemente lo dice, al como señale desconocer la realidad social del
País.
En lo
relacionado con las huelgas de Puebla y Orizaba, su pensamiento es más el de un
empresario, sus acciones hablan más como un burgués que como un líder social,
claro nunca lo fue, pero este punto lo retrata muy bien, al sí estar de acuerdo
en las graves violaciones a los derechos laborales de los obreros, como el
trabajar hasta catorce horas diarias, salarios insuficientes, que lo eran a un más
por las deudas contraídas en las llamadas tiendas de raya, lo que género en
dichas huelgas donde al final los empresarios y el gobiernos fueron insensibles
a estas demandas justas. (2012: 196,198).
Sin
embargo hace un acto de ventriloquia al hacer hipotéticamente hablar a Díaz para justificar el no cumplimiento de las
demandas de los trabajadores:
A pesar de que ustedes han
obtenido pingües ganancias con sus establecimientos fabriles, pasan actualmente
por una crisis muy seria y no quiero obligarlos a que aumenten los jornales de
los operarios; pero sí exijo de ustedes que los traten con equidad, les
proporcionen habitaciones higiénicas, no permitan que sean explotados en las
tiendas de raya, con multas indebidas, ni con cualquier otro pretexto; por
último, les exijo que sostengan el número de escuelas suficientes para educar a
los hijos de los obreros. Para esto último, si es necesario, ayudará la nación;
pero lo esencial es que no falten escuelas. (2012: 200).
Primero,
con los salarios paupérrimos difícilmente se puede hablar de pingues ganancias
y más aún, en lugar en ese hipotético dialogo de Díaz de decir que no sean
explotados en vez de pedir la cancelación de las tiendas de raya por ser robo a
la dignidad de los trabajadores que en ese lugar solamente podrían adquirir
artículos de primera necesidad a un precio tres veces mayor, donde muchas veces
tenían que endeudarse por no poder pagar todo lo necesario; lo que hacía que al
morir esa deuda fuera heredada a los hijos.
En
segundo lugar, el siguiente comentario de su libro indigna porque habla de un
sujeto carente de conciencia de clase y tomar a la ligera las consigas obreras
que son justas, al decir que: “Poco o nada modificó las tarifas de pago. Le
concedemos en este punto razón, pues los obreros escogieron un momento
económicamente inoportuno para declararse en huelga, y forzosamente tendrían
que sufrir las consecuencias de su imprevisión”. (2012: 200).
Tener
hambre y pedir lo que es justo es un derecho no reconoce calendarios, ni es un
acto de imprevisión como lo quiso presentar Madero, es como decir que los
trabajadores son ineptos, carentes de sentido común con su empleador, siendo
que a los obreros se les obligaba a trabajar, porque los tenían sujetos a las
deudas de las tiendas de raya y por ende decir que les concedía la razón a los
empresarios y regaña a los obreros por ser imprevistos, es mostrar a Madero de
cuerpo entero: era un empresario, un burgués que veía más por los intereses de su
grupo que de los del pueblo.
En los
siguientes apartados del capítulo en el tema de la instrucción pública, señala
que para 1900 solo sabe leer y escribir el 16% de la población, lo que es la
prueba más elocuente del fracaso de la administración del general Díaz en ramo
de tan vital importancia. En el ramo de relaciones exteriores menciona que no
se aboga por una política hostil a nuestra vecina del norte; y aboga por una
política más digna, para que nos trataran con más consideración. Lamenta que no
se haya hecho mayor esfuerzo para estrechar las relaciones con las repúblicas hermanas
de Centro y Sudamérica. (2012: 204 y 213).
En la
antepenúltima parte de este capítulo, al hacer un balance del progreso
material, en la agricultura, minería e industria y la hacienda pública de nuevo
vuelve a alabar al régimen de Díaz y demuestra nuevamente sus ambigüedades y
uno se pregunta ¿entonces para que escribió ese libro y para que llama a
elecciones para derribar al régimen?:
Lo
único que ostenta la administración del general Díaz en su apoyo, es nuestro
progreso material… Todo es muy cierto; nuestro progreso económico,
industrial, mercantil, agrícola y minero, es innegable. Ya lo hemos
dicho: el general Díaz hará al país todo el bien que pueda, compatible con su
reelección indefinida. Pues bien, si es cierto que en el orden de libertades
todas constituían un estorbo para lograr su fin, por cuyo motivo ha procurado
acabar con ellas, no pasa lo mismo con las cuestiones económicas… Para
llevar a cima esta obra, los dos factores más importantes han sido: la paz y la
oleada de progreso material traída al mundo por el vapor con sus múltiples
aplicaciones al transporte y a la industria… El general Díaz,
consumado estadista y con sus grandes dotes administrativas, ha sabido fomentar
nuestro progreso material, poniendo orden en todo aquello a donde alcanza su
actividad. (2012: 213-214).
No
solo llama faltas a las violaciones a la Constitución por parte de Díaz, sino
que justifica la falta de libertades a cambio de una economía estable y si,
había progreso, pero no para todos, sino solo para la alta burguesía y los
políticos ligados al régimen, el pueblo llano vivía en un sistema esclavista no
oficial con las tiendas de raya y más a un lo llama estadista siendo que era un
dictador que conculco las libertades para llevar se progresó.
Y de
nuevo en la parte final de ese capítulo al hacer un balance del poder absoluto
en México representado por Díaz, olvida sus alabanzas y vuelve a la crítica,
donde señala la desigual instrucción pública:
…mientras
en la capital de la república y en las grandes ciudades se construyen costosos
y espléndidos edificios dedicados a la enseñanza, y se mandan a educar a Europa
muchos de los afortunados, permanece aún el ochenta y cuatro por ciento de la
población sin conocer las primeras letras. (2012: 222).
Más
adelante señala el empecinamiento de Díaz para dejar el poder a costa de los
problemas que hay en el País, ya que:
…prefiere
posponer su resolución indefinidamente, y está amontonando problemas que
revestirán una importancia pavorosa cuando tengan que resolverse todos de golpe,
con la muerte del que ha logrado mantener un equilibrio artificial en nuestra
situación (…)En las esferas del gobierno predomina la corrupción
administrativa, pues aunque el general Díaz y algunos de sus consejeros son
honrados, no pueden por sí solos saber todo lo que pasa en la república; pero
ni siquiera cerca de ellos; bien sabido es que entre las personas que los
rodean se cometen grandes abusos, ya sea especulando con los secretos de Estado
o ya por medio de concesiones ventajosas para ellos. (2012: 224 y 227).
2.-1E CAPÍTULO V “¿A DÓNDE NOS LLEVARA EL
GENERAL DÍAZ?”
En
este capítulo no hay mucho que analizar en vista de que es la continuación de
los anteriores: redundante, justificación al general Díaz, señala que sería la
continuación del poder absoluto y sobretodo reiterativo de las violaciones a la
Constitución por parte de sus colaboradores (las llama faltas como he dicho),
en este caso del vicepresidente Ramón Corral, responsable de la guerra del
Yaqui y por ende de las muertes que ahí ocurrieron; y del general Bernardo
Reyes Gobernador de Nuevo León, responsable de la muerte en una manifestación
en su contra en 1903 por haberse reelegido una vez más. (2012: 236, 242, 243)
2.-1F CAPÍTULO VI “¿ESTAMOS APTOS PARA LA
DEMOCRACIA?”
La
sola pregunta del capítulo ofende a la inteligencia, como si para ser libres se
necesitaran condiciones para ello, como si la dictadura fuera un acto de
redención para poner a prueba a un pueblo su grado de civilización para poder
vivir en paz, siendo que una dictadura hace lo contrario y sobretodo como dije
esa ambigüedad de honrar al dictador que es la constante en el libro, que nada más
falto que se lo dedicara, donde como dije parece justificar a Díaz sus años de
dictadura, deslizando la idea de que nos lo merecíamos, por lo que señala:
La
obra del general Díaz ha consistido en borrar los odios profundos que antes
dividían a los mexicanos y en asegurar la paz por más de treinta años; esta,
aunque mecánica al principio, ha echado profundas raíces en el suelo nacional,
de tal modo que su florecimiento en nuestro país parece definitivo. La mano de
hierro del general Díaz, acabó con nuestro espíritu turbulento e inquieto y
ahora que tenemos la calma necesaria y comprendemos cuán deseable es el reinado
de la ley, estamos aptos para concurrir pacíficamente a las urnas electorales y
depositar nuestro voto. (2012: 266).
Bueno,
si Díaz ha preservado la paz de acuerdo al libro ¿entonces para que impedir que
se reelija el dictador? Esas ambigüedades son la constante, incluso señala que
si el dictador respeta la voluntad nacional, “…el final de su carrera será tan
glorioso, que opacara su historia anterior y las faltas por el cometidas
aparecerán paliadas ante los fulgores de su gloria” (2012: 269), es decir, si
permite que se respete la voluntad popular, nada paso, sus crímenes, que no
faltas se olvidaran, el famoso borrón y cuenta nueva, lo que ha lacerado al
país como lo es la impunidad donde los poderosos se salvan de ser juzgados. En
1908 Madero estaba de acuerdo en eso. Vaya héroe de la democracia.
Al
final del capítulo, de nuevo los devaneos y las contradicciones de su
pensamiento, donde como dije le da el beneficio de la duda a Díaz de que
respetara la voluntad popular, después señala que:
El
militarismo será el principal escollo, con que tropezara el pueblo para hacer uso de sus derechos electorales y
que desde luego el general Díaz que debe el poder a su espada victoriosa, difícilmente
permitirá le sea quitado mientras su espada conserve su prestigio. (2012: 276).
2.-1G CAPÍTULO VII “EL PARTIDO
ANTIRRELECCIONISTA
En
este último capítulo señala la solución para llevar la democracia y el fin de
la dictadura es la creación del Partido Anti reeleccionista para sustituir el
gobierno absoluto de uno solo por el gobierno constitucional de todos los
ciudadanos, donde presenta el programa de dicho Partido:
1.-
Al obtener el triunfo [en la presidencia] y al estar integradas la cámaras con
representantes legítimos, trabajar para que se decreten leyes, para evitar que
un solo hombre concentre en sus manos todos los poderes.
2.-
Adoptar en la Constitución federal y en las locales de los estados, el
principio de no reelección.
3.-
Los principios que servirán de programa al Partido Anti reeleccionista serán:
Libertad de sufragio. No reelección.
4.-
Estudiar si se debe modificar la Constitución para adoptar el Parlamentarismo
con ministros responsables y un Presidente que no gobierne. (2012: 282 y 284).
En la
teoría se lee un programa ambicioso, diferente, acorde a lo que en la época se
necesitaba para sacudirse la dictadura y llevar la justicia social a la
población que lo necesitaba, sin embargo, dada la admiración que sentía por el
dictador y la ingenuidad de Madero, su programa no tenía viabilidad y llevaba a
más de lo mismo al señalar en el capítulo de quien sería el candidato del
Partido para las elecciones presidenciales, señala que en una convención
electoral se nombrara por mayoría de votos quien sería el candidato, sin
embargo la decisión final la tendrían la directiva del club central, o del
comité que se nombre por delegados de los estados y distritos de la Republica,(2012:
293) es decir las decisiones cupulares por encima de la voluntad popular, las decisiones
de unos cuantos por encima de los intereses de la mayoría, primera fisura en su
programa democrático.
Segunda
fisura, la sugerencia para el que el candidato a la presidencia fuera alguien
de la administración de Díaz, según él las ventajas al escoger el Partido su candidato entre los
miembros de la actual administración, “…demostrara que no lo guían ambiciones
personales ni espíritu de oposición sistemática, lo cual constituiría la mejor
prueba de la pureza de sus intenciones y de su verdadero patriotismo. (2012:
293).
Lo que
nos dice con eso es que todo cambie, para… seguir igual, donde no se trata de
pureza política o de patriotismo, sino de sentido común, es como si al ser
derrotado el Tercer Reich, se le hubiese ofrecido el puesto de canciller a Hermann
Göring.
Tercera
fisura, la absurda idea de llevar las negociaciones para hablar con el general Díaz
y lograr:
…con él un pacto o convenio, que daría por
resultado arreglar la gran cuestión electoral fraternalmente entre la gran
familia mexicana…este convenio podría consistir en que continuara en la
presidencia el general Díaz, aceptando como vicepresidente al candidato en
quien los demócratas se hubieran fijado para el mismo puesto. (2012: 294).
Si ha
señalado que el general Díaz con la fuerza de su espada impediría que le
arrebataran el poder, la sola idea de proponerle un pacto para que permita que
alguien de la oposición sea su segundo y que esto sea una transición pacífica
dada la avanzada edad del dictador, este moriría en poco tiempo y por
prelación llegaría al poder el
vicepresidente, es a todas luces algo descabellado, ingenuo y desconocedor de
los vicios del poder, donde el que lo tiene difícilmente lo quiere dejar, como
ha ocurrido desde que México es independiente.
Dos años después, se comprobarían estas
ambigüedades, desatinos, disparates, ingenuidades y la falta de la estatura
política para ser un estadista, donde como se refleja en el libro, quería que
todo cambiara para seguir igual, dado que no entendió que por más beneficios de
desarrollo en México, eso no se reflejó en el bienestar de la mayoría de los
mexicanos que Vivian casi como esclavos en las tiendas de raya y más aún, al
llamarles faltas y no violaciones a la Constitución lo realizado por el
dictador, donde se veía como ocurrió que no lo juzgaría, en el libro cierra con
algo que indigna al decir que:
El
general Díaz que tiene derecho a pasar los últimos años de su vida con entera
calma, acompañado por las bendiciones del pueblo, arrullado por la gratitud nacional,
tendría que resignarse a vivir en constante zozobra, a no ver en el pueblo sino
rostros sombríos, a no adivinar en su siniestro silencio, sino protestas de
indignación y las maldiciones que siempre acompañan a los tiranos de la Tierra.
(2012: 303).
3.- LA ELECCIÓN DE 1910 Y EL INICIO DE LA
LUCHA POR EL PODER
Como
ya había señalado en el capítulo anterior, con la creación del Partido
Antirreleecionista y su programa, este se presentaría a las elecciones de 1910,
resultando Madero el Candidato creyendo que se respetaría la voluntad popular
como lo había profetizado en su libro, sin embargo la realidad fue otra, Díaz
se alzó con el triunfo y Madero fue encarcelado y al ser liberado, huye de México
hacia San Antonio, Texas, para conseguir apoyo, financiamiento y municiones.
El
resultado de su estancia fue el Plan de San Luis Potosí, donde exponía sus
razones para la rebelión, que contrastan con su cándido libro, donde se ve que
la realidad lo alcanzo, que no es lo mismo ver a México desde su hacienda que a
ras de suelo, en una parte del Plan señala:
Desde
que me lancé a la lucha democrática sabía muy bien que el general Díaz no
acataría la voluntad de la Nación, y el noble pueblo mexicano, al seguirme a
los comicios, sabía también perfectamente el ultraje que le esperaba; pero a
pesar de ello, el pueblo dio para la causa de la Libertad un numeroso contingente
de mártires cuando éstos eran necesarios, y con admirable estoicismo concurrió
a las casillas a recibir toda clase de vejaciones. (Citado en Del Rio, 2012:
65).
Los
puntos más interesantes del Plan que después contrastaran más adelante con el
fin de la dictadura de Díaz son:
1º Se
declaran nulas las elecciones para Presidente y Vicepresidente de la República,
Magistrados a la Suprema Corte de la Nación y Diputados y Senadores, celebradas
en junio del corriente año.
2º Se desconoce
al actual Gobierno del general Díaz, así como a todas las autoridades cuyo
poder debe dimanar del voto popular.
3º
…Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su
mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, por acuerdo de la
Secretaría de Fomento, o por fallos de los tribunales de la República. Siendo
de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de que se les
despojó de un modo tan arbitrario, se declaran sujetas a revisión tales disposiciones
y fallos y se les exigirá a los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a
sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes
pagarán también una indemnización por los perjuicios sufridos. Sólo en caso de
que esos terrenos hayan pasado a tercera persona antes de la promulgación de
este Plan, los antiguos propietarios recibirán indemnización de aquellos en
cuyo beneficio se verificó el despojo. (Madero, 1976: 20).
Con
esto se inicia lo que llaman Revolución Mexicana el 20 de noviembre de 1910 y
lo que llama la atención no es solo la rapidez con que termina: menos de seis
meses, el 21 de mayo de 1911, sino el resultado:
En
el Tratado de Ciudad Juárez, se convino las renuncias de Porfirio Díaz y de
Francisco I Madero, como presidente de hecho y provisional respectivamente; que
el ministro de Relaciones, Francisco León de la Barra, asumiera la presidencia
interina para pacificar al país y para que convocara a elecciones generales; se
acordó la amnistía por delitos de sedición y el licenciamiento de las fuerzas
revolucionarias. (Ulloa, 1999:1085).
Con
esto no es una Revolución social como he venido señalando, sino la lucha por el poder y no solo contradice lo
que plasmo en su libro Madero, sino el Plan mismo, no solo se desarma a los
revolucionarios y no al ejercito de la dictadura, permite que el dictador
causante de la miseria del País renuncie tranquilamente sin pedirle cuentas,
permitiéndosele que se vaya de México como si nada; no sin antes nombrar un
nuevo gobierno con los mismos personajes que formaban parte de dicha dictadura,
como dice Ulloa:
Si
la lucha armada se hubiera prolongado un poco más, los revolucionarios habrían
adquirido mayor cohesión y sin condiciones hubieran acabado con el porfiriato […]
esto significó un retroceso porque la revolución le reconocía validez al
gobierno que combatió, aplazaba el cumplimiento del Plan de San Luis Potosí y
dejaba pendientes las reformas sociales, económicas y políticas que los
maderistas habían prometido a la nación. (2012: 1084-1058).
Fue un
retroceso enorme que violaba lo plasmado en el Plan, dejando no solo las
cámaras de diputados y senadores
intactas, así como las legislaturas en los estados, además como apunta Ulloa: “Además
de que dejo intacta la maquinaria administrativa, el poder judicial y el ejército
porfirista; la “crema de los conservadores” siguió manejando los grandes
negocios y Madero quedo atrapado en las garras del régimen vencido”. (2012: 1058).
Vencido
en la forma, mas no el fondo dado que los negocios y por ende las condiciones
de los trabajadores quedaron también igual, era como si no se hubiese terminado
con el régimen, y no fue así, al estar todas las estructuras, solo cambio de
manos el poder al quedar como se estipulo, como Presidente el titular de
exteriores, Francisco León de la Barra, que como recuerda Del Rio:
De
la Barra jamás había desempeñado puestos políticos, por lo que personalmente carecía
de partidarios a la par que de enemigos políticos; su vida pública se había
confinado en los últimos años a la representación diplomática de México en el
extranjero. (2012: 92).
Si
bien su gobierno duro cinco meses, esto permitió el afianzamiento de los
porfiristas en el poder, en vista de que al ganar las elecciones Madero en
octubre de 1911 no solo se intentó adelantar el desarme de los revolucionarios,
sino que en su gabinete, en su mayoría eran porfiristas, donde llama la atención
el cargo de su Tío Ernesto Madero en la cartera de Hacienda, el cual era
porfirista, es decir parafraseando el dicho puso la iglesia en manos de Lutero.
Si
hubiese sido una revolución social y no una lucha por el poder de parte de
Madero, que no tenía idea como he señalado también de la situación social del País,
lo corto de la Revolución habría sido suficiente para pacificar al País,
desmontando al antiguo régimen, porque como señala Martínez Assad:
La
Revolución es, ante todo, un cambio cultural que afecta al conjunto de la
sociedad; es además, la realización de un
proyecto colectivo que reestructura las
relaciones sociales y económicas en el marco de una nación y acepta la
dirección de un Estado que se articula en el transcurso del movimiento. Sin
embargo, y siguiendo a Gramsci, esa Revolución puede ser pasiva sino revoluciona las superestructuras y
no instaura un nuevo aparato de hegemonía en el transcurso de un movimiento de
largo alcance. (2001:359 las cursivas son mías).
Lo que
llevo a su posterior asesinato por parte de Victoriano Huerta que devino en una
nueva dictadura, una nueva lucha por el poder por parte de Venustiano Carranza,
la exigencia de Villa y Zapata del cumplimiento del Plan de San Luis, para que
el pueblo tuviera tierras y una mejor vida, siendo estos asesinados por ese
hecho; y lo que dio pie de nuevo al asesinato de Carranza por que al igual de
Madero no tenía una base social y no había desmontado a un los vestigios del
régimen anterior, generando una vez más un vacío de poder que vino a llenarlo
un grupo de sonorenses encabezados por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles,
esa posición conciliadora de Madero “reforzaron las tendencias jacobinas y el
principio, levantado por el obregonismo, de que el poder no se comparte”. (Martínez
Assad, 2001:361).
4.- LOS RESULTADOS DE LA LUCHA ARMADA POR
EL PODER
El
Estado revolucionario volvió, de manera implícita, a la vocación tutelar del
poder característica del siglo XVI. El proyecto igualitario de la Constitución
de 1917 y la noción misma de una “justicia social” en la que el Estado tutela,
provee y protege a las clases desvalidas, recordaba nítidamente a las Leyes de
Indias. El Estado revolucionario asumía para si una responsabilidad opuesta a
la del árbitro imparcial del esquema liberal. Acusando mucho más los rasgos
paternalistas del régimen porfiriano, se echaba a cuestas una tarea de
manumisión social. (Krauze, 1997:25).
En lo
político se pasó de una dictadura a una dictadura perfecta como acuño Mario
Vargas Llosa, que si bien al menos en la letra, ninguna de las garantías
individuales sufrió menoscabo, sin embargo como anota Krauze “…todas las
libertades políticas y en particular, la limpieza del sufragio, seguían
coartadas mediante métodos que no imagino siquiera Porfirio Díaz”. (1997: 28).
Otro retroceso fue el hacer del poder
presidencial no solo un poder heredado, sino que se hizo un rey de barro, pero
rey al fin en la figura del “señor Presidente” lo cual:
A
despecho de la retórica, las deudas políticas con el porfirismo eran evidentes.
Un rasgo esencial de continuidad estaba en la sacralidad casi prehispánica de
la institución presidencial, que también encarnaba Porfirio Díaz y que paso
intacta a los jerarcas de la Revolución. Lejos de acentuarse con los años, esta
concentración imperial de la autoridad se acentuó…En una palabra, la
legitimidad del nuevo Estado abrevaba en dos poderosas fuentes: la que Max
Weber llamo la «rutinización del carisma» (en este caso de los generales
revolucionarios) y la rica tradición política de México, sobre todo en la etapa
virreinal, actualizada por don Porfirio. Por eso mismo, el nuevo Estado no era
democrático. (Krauze, 1997: 28-29).
Así también esa lucha armada por el poder, donde
el Estado-nación mexicano surgido de ese proceso modeló la identidad nacional
por decreto, utilizando como elementos centrales la relación con la tierra
usando a Zapata y Villa como referentes, aun cuando los asesinaron, la religión
católica, los grupos mestizos aculturados y los bienes inalienables de la
nación, teniendo como bandera política el supuesto triunfo de la revolución
social, tutelado por un partido que usurpo la democracia y la justicia social,
esto como dice Manrique “…dio material a pasto para amachinar más la ya de por
si hibrida, ramplona y mediocre imagen
de la identidad mexicana; imagen que no se alcanza a distinguir por difusa y
chafona”. (1999:385) La cursiva es mía).
Como señala Bartra “la idea de que existe un sujeto único
de la historia nacional –el mexicano– es una poderosa ilusión cohesionadora,
que sirve para legitimar al Estado moderno”. (Citado en Carreño King, 2000:
23).
Después
de la lucha por el poder:
Los
programas educativos se orientaron, así, a difundir la idea de un país con la característica
de que entre sus fronteras todo era igual, apenas con algunas diferencias
geográficas. La identidad se confundía con la idea de patria y se articulaba en
torno al nacionalismo forjado en las gestas heroicas del siglo XIX. (Martínez
Assad, 2010: 324).
Pero
la retórica contradice a la realidad, donde se deja de lado al indígena que es
parte del mito fundador de la identidad nacional, más no un elemento activo de
la vida del país.
Son
tratados mediante la política paternalista del indigenismo, se les considera
imposibilitados para vivir en el mundo moderno, sin embargo, se les quiere
conservar o rescatar, intentando mantener su cultura inamovible, como si de un
museo se tratase. Es necesario que los indígenas se mantengan puros, aunque sea
en el discurso, con la finalidad de mostrarlos como una forma de rescatar la
sabiduría de los pueblos de América, nuestra memoria ancestral. (Zúñiga, 1998:
145-146).
Aunado
a que los términos empleados en el discurso tienden a igualar a las distintas
etnias, donde de acuerdo a Martínez Assad se cuenta en el país con “más de 60
pueblos hablantes de otras tantas lenguas indígenas” (2010: 320), que no se
reconocen como iguales entre sí, y que de hecho pueden ser muy diferentes, por
lo que no se puede homogenizar lo heterogéneo.
La
derrota del movimiento campesino encabezado por Zapata y Villa, llevo a una
lucha de caudillos los cuales se apropiaron del discurso de reivindicación para
justificar el secuestro de México plasmándolo en la Constitución del 17, la
cual como señala Garrido:
La
Constitución fue la obra de una elite surgida de las facciones victoriosas de
la Revolución, que representaban en el Congreso esencialmente los intereses de
las nuevas capas medias de la población, y al aceptar la urgencia de realizar
ciertas reformas, los diputados al Constituyente no consagraron más que
parcialmente las reivindicaciones de las masas campesinas del sur, que
sosteniendo el Plan de Ayala exigían la realización de una reforma agraria
radical [así como]…el establecimiento de instituciones democráticas y la
reconquista de las riquezas básicas del país, y ninguna de estas aspiraciones
fue realizada en la década siguiente. (1986: 44-45).
CONCLUSIONES
Vivimos
en una sociedad liquida, parafraseando a Bauman que a grandes rasgos señalaba el
estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos,
en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado
los vínculos humanos. Lo que antes eran nexos potentes ahora se han convertido
en lazos provisionales y frágiles. Como lo expresa Bauman:
…la
identidad con el paso a la modernidad dejo de ser algo “dado”, el producto de
la “divina cadena del ser” y se convirtió en un “problema” y en una tarea
individual porque pertenecer resultaba
natural y dado que el hombre estaba confinado localmente, la comunidad a la que
se adhería era una comunidad personal, cara-a-cara, que no trascendía su wetware, es decir, lo que su cuerpo
podía abarcar y controlar; en cambio, con la erosión de esos minimundos
propiciada por la industrialización, el individuo se tiene que adherir a una
totalidad que trasciende su wetware,
esto es, se debe identificar con una totalidad abstracta, con una “comunidad
imaginada”. (Citado en Martínez Sahuquillo, 2006: 813, cursivas en el original).
Por
ello la identidad nacional también es líquida, donde en una sociedad
postmoderna que siente lo identitario, pero no lo ve de forma trágica, en la
que prevalece la preocupación por el bienestar económico, y que constata una
gran desafección hacia la política y las ideologías tradicionales, donde
existen regionalismos como lo señale en el caso de México y que origina
diversas cosmovisiones en un mismo país, que llevan a llamar a separatismos
producto de esa homogeneización por decreto.
Por lo
que estas sobreposiciones de identidades, como dice García Castro:
…
muchas veces llevadas a cabo violenta o autoritariamente, y que no logran una
real integración de la identidad nacional propuesta por el Estado con las
identidades nacionales no estatales o pre estatales a las que el Estado quiere
someter a su hegemonía, es desde luego una causa muy importante de la presencia
actual de los movimientos nacionalistas o los procesos separatistas, que se
presentarían hoy como reapariciones de formas de integración social previas al
control del Estado-nación.(1993: 34)
Resultado
de una lucha armada por el poder, el proceso identitario violento para ser por
decreto un país homogéneo se desmorona con los “tres Mexicos” que se tienen,
por ello sigue diciendo García Castro
que:
…cuando
las condiciones objetivas de vida están cada vez menos marcadas por rasgos
esencialistas ineficientes, lo menos que podemos pensar es que el discurso
nacionalista ha dejado de tener los grados de funcionalidad para el sistema
político que tuviera durante los años del nacionalismo revolucionario. (1993:39).
La
herencia de ese proceso es negativa en todos los frentes, por lo que como dice
Kuntz Ficker:
Sin embargo, al preguntarnos por los contenidos
de esa herencia vienen a la mente las imágenes características de la retórica
oficial: el nacionalismo revolucionario, la justicia social, el Estado
rector-arbitro-protector. En suma, la autoconciencia acrítica y complaciente
del régimen surgido de la revolución. En algunos momentos estas imágenes
encontraron correspondencia con los hechos: las expropiaciones, las
movilizaciones obreras y campesinas, la reforma agraria. A partir de cierto
punto, sin embargo, aparecieron como discurso legitimador de un régimen
autoritario y excluyente…En otros más, aquellos contenidos han sido suplantaos
por la historia oficial, de manera que lo que consideramos como un rasgo
característico del México surgido de la revolución simplemente nunca estuvo
ahí…incluso en la era “pospri”, las agencias gubernamentales definen los
contenidos indispensables de la historia
nacional y vigilan que los libros de secundaria
y preparatoria se ciñan a programas elaborados hace más de 20 años.
(2002: 23-24).
Por
ello, lo que debería ser la identidad para que no se convierta en una camisa de
fuerza, como mencionan Nivon Bolan y Ramírez Sánchez:
En
otras palabras, la identidad es ante todo un sentido de continuidad y no un
molde homogéneo de elementos culturales; permite la permanencia, pero también
el cambio; echa mano de recursos simbólicos provenientes del pasado al tiempo
que los resignifica o transforma bajo la presión de nuevas necesidades o de conflictos no resueltos. (2002: 320).
Por
ello una de las virtudes de la política gubernamental debe llevar a la
flexibilidad con esa sociedad liquida que se transforma, si no quiere verse
atenazada por la realidad mediática esculpida a diario en el escaparate
rutinario de las imágenes y un individualismo del “sálvese quien pueda” que
contradice esa homogeneidad por decreto.
¿Qué
significa ser flexible? Significa que no estés comprometido con nada para
siempre, sino listo para cambiar la sintonía, la mente, en cualquier momento en
el que sea requerido. Esto crea una situación líquida. Como un líquido en un
vaso, en el que el más ligero empujón cambia la forma del agua. Y esto está por
todas partes.
Los
movimientos nacionalistas que buscan la independencia en Cataluña en España y
los kurdos en Irak son un ejemplo de que no hay una adhesión a seguir formando
parte de un Estado-nación, como dice Martínez Sahuaquillo:
…debido
a diversas causas que lo hacen más débil, surgen movimientos nacionalistas
infraestatales que ofrecen a sus seguidores lo que aquel ya no está en
condiciones de ofrecer: una comunidad con fuertes vínculos de cohesión entre
sus miembros y en la que supuestamente va a reinar una unidad de sentimientos y
creencias sin fisuras, algo parecido a lo que Durkheim pensaba cuando acuño la
expresión “solidaridad mecánica”. (2006, 8229).
Es la
fragmentación, la cohesión parece un queso gruyere donde impera la confrontación,
como recuerdan Bejar y Rosales, durante los Juegos Olímpicos de Sídney en el
año 2000:
Decenas
de nuevas banderas en el estadio olímpico son la evidencia de los procesos de
fragmentación de unidades multinacionales y la emergencia de nuevos colectivos
con voluntad para asumir un proyecto nacional propio…En el nivel de lo
inmediato, lo que se vive a diario en la mayoría de los países del mundo es la
confrontación, entre las formaciones culturales endógenas, con un modo de vida
impuesto por la esfera de las necesidades materiales y de los intercambios
simbólicos cristalizados en rutinas y, sobretodo, por la preeminencia del uso
del dinero como fetiche universal de cambio.(2002:20 y 22).
Esta
confrontación es resultado de colapsos políticos que como menciona Alducin:
…abre
la puerta a la toma de conciencia de los pueblos, de quienes son y de su
identidad. Son reacciones de defensa, de revancha y de ajustes de cuentas, en
gran parte históricas, guardadas hace generaciones ante un enemigo, ante un
extranjero con el que no hay identificación. (1999:115).
Se
debe tener cuidado con que todo esto no se limite a ser considerado un
espectáculo efímero en el que la sensación y el corto plazo anulen al
pensamiento. Vivimos una sociedad cada vez mejor formada, pero a la vez
necesitada con urgencia de unos valores alternativos más fuertes; una sociedad
cada vez más compleja y más híbrida, porque parafraseando a Marx, todo lo
solido… se desvanece en el aire.
OBRAS CONSULTADAS
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