DESVANECE
Por: Un tal Polibio D Arcadia
Por: Un tal Polibio D Arcadia
Desvanece, tan solo esa palabra está escrita en mi pantalla de mi PC, el escritorio vacío, las luces del cuarto están encendidas, las pequeñas figuras de búhos en el librero y un par de libros en el piso son muestra de que algo extraño sucedió.
Tan solo una noche como cualquier otra, nada extraño sucedía alrededor no había vientos fríos, tampoco rechinaba la puerta, tan solo me encontraba escribiendo, o más bien tratando de escribir, pues las ideas que se me venían a la mente no me eran muy convincentes, parecían dolores de parto cerebrales inacabados, tan solo desesperación y poco de fatiga eran lo único que se reflejaban en mí.
Recosté mi cabeza en el respaldo del sillón y cerré los ojos unos momentos y... ¡estaba ahí enfrente mio alguien! Tal vez lo había visto alguna vez en mi vida aunque no pude distinguir bien su rostro, pero sé que alguna vez lo vi.
Comencé a caminar tras eso, cautelosamente, tratando de que no supiera que lo seguía, mientras iba tras sus pasos, pasamos por un lugar donde estaban unos niños sentados en el piso, recuerdo que el más pequeño comento a uno de sus hermanos tener hambre.
Olvidando un poco mi deseo de curiosidad, me acerque a los pequeños sintiendo en algún lugar de mi un gran deseo de ayudarlos, sin embargo por mas menciones que hacia no me oían y no es que no quisieran hacerlo más bien yo estaba como ausente, y la desesperación sobre mí comenzó.
Trate de tomar a uno de ellos por los hombros pero fue inútil, mis manos no lo alcanzaban cada vez que me acercaba ellos se alejaban, y cada que se alejaban aquella persona de la cual solo se observa su silueta se cruzaba en mi camino.
Caminamos un largo tiempo, yo seguía detrás, tal era mi necesidad por seguirla que la distancia no era obstáculo, la silueta se detuvo en una esquina, e inexplicablemente yo detrás de ella, tal vez pudo haber sido una buena oportunidad para alcanzarla y darme cuenta de por qué estaba ahí pero no pude, porque cuando decidí hacerlo se acercó a mí un hombre de edad un poco avanzada de aspecto tanto desagradable sus manos se encontraban muy sucias tenia las uñas bastante largas, su rostro se encontraba lleno de arrugas y sus pies descalzos.
En ese momento trate de evadir al viejo pero su presencia fue tal que logro que me detuviera frente a él, y después de unos instantes de observarnos a los ojos detenidamente el hombre pregunto ¿qué es lo que hace la conciencia que permite que la curiosidad persiga a la muerte? Al no poder responder su pregunta lo rodee por un costado y trate de evadir su presencia aunque su mirada me pareció conocida preferí continuar con mi camino.
Ya no observo a nadie ya no hay nada llegue a un sitio vació sin alguien u algo alrededor tan solo ruidos, algunos sonidos de risa otros tantos de llanto y dos sombras a las cuales me acerque al mirarlas sentadas en el piso, trate de acompañarlas, me senté junto a ellas y les realice una infinidad de preguntas: ¿por qué estaban ahí? ¿Cuál era la causa de su llanto? ¿Por qué estaban tan solas? ¿Qué lugar era ese?
No obtenía respuesta alguna, al intentar pararme y voltear a ver dos sombras, me di cuenta de algo, tenían forma y mirada una de ellas, era una mirada inocente como de un niño triste, la otra de ellas era tan vacía que podía controlar el reflejo de mis ojos hacia otra dirección, era sabiduría era cansancio y desesperación, pues eran el niño y el viejo que pude ver en el camino.
En el momento en el que pude mirarlos, arrojaron una lagrima de sus ojos, que al caer al piso me permitió observar en ese pequeño instante como las sombras desvanecen en la oscuridad, pude observar como el amor y la pasión desvanecen con la costumbre y en ese momento recordé que mi vida pudo haber desvanecido... recostado en el respaldo de un sillón.
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